"NO HAY CAMINOS PARA LA PAZ; LA PAZ ES EL CAMINO" (Mahatma Gandhi)

Se ha iniciado el “alto el fuego” permanente de ETA, anhelado durante demasiados años. Todo este tiempo, los injustificables actos criminales de la banda han sembrado miedo, dolor, odio, rencor.
Para el dolor psíquico no hay más calmante que la propia fortaleza. Las víctimas viven ese dolor unido a la pena, al tormento del recuerdo. Los familiares de los difuntos se torturan con un eterno “¿por qué?”. El odio ha ido haciendo mella y el rencor se ha acrecentado con la rabia y la impotencia.
Son éstos, sentimientos que carcomen el alma, que destruyen al ser humano, que, en definitiva, agravan la tragedia. Por el bien personal y colectivo deberían desaparecer ¡pero qué difíciles son de superar! Pese a ello, hoy, en nuestra sociedad demócrata, se vislumbra por fin la luz de lo anhelado y late con más fuerza que nunca una gran esperanza: LA PAZ. Hagamos que no se detenga, que jamás deje de latir…